COVID-19 una pandemia en un mundo sin fronteras
2020, vol.10, N.º1
García Jabalera, I.
Servicio de Medicina Preventiva. GAI-CR.
A finales de 2019, el mundo entero asistía incrédulo al espectáculo que China nos ofrecía de forma muy llamativa a través de la televisión. Pintorescas imágenes cruzaban nuestra retina y multitud de pensamientos se agolpaban en nuestra mente diciendo: «Aquí no va a llegar; parece una gripe, y si llega nos afectará más débilmente. Es lo que ocurrió con la gripe aviar y después no sucedió nada». Pero esta vez nos equivocamos. El SARS-CoV-2 nos sorprendió. Llegó, y resultó que no estábamos preparados. Se identificó un coronavirus, hasta entonces desconocido, como la causa del brote de neumonía originado en China, en la provincia de Hubei, concretamente en la ciudad de Wuhan, con más de 11 millones de habitantes y cuyas costumbres son muy distintas a las nuestras. ¿Qué debía temer el mundo occidental? El primer impulso de las administraciones fue restar importancia al fenómeno que acontecía tan lejos de nuestra vida, y asumir que diversos factores como los climáticos o culturales nos mantendrían a salvo. Por otra parte, teníamos mayor cobertura sanitaria, mejores hospitales, menor densidad de población y una mejor transparencia en materia de comunicación. A pesar de la advertencia llegada desde China, antes de cerrar sus fronteras y confinar a sus ciudadanos, muchos líderes mundiales continuaban restando importancia al nuevo virus. En definitiva, nos envolvió una falsa sensación de seguridad que con llevó una relajación en la toma de precauciones y decisiones necesarias para su control (funcionamiento de Atención Primaria, adecuación de los Servicios de Urgencia para pacientes de este tipo, mayor y mejor organización de los sistemas de Salud Pública, etc.
Palabras Clave: China, Sanidad Pública, SARS-CoV-2, Servicios de Urgencias